sexta-feira, 19 de fevereiro de 2010

Que la tortilla se vuelva



Las palabras siempre escapan cuando hace treinta años que no hablamos español y escribimos muy poco. Pero la imaginación puede construir 100 puentes de soledad con otro país para acercar su gente. Esta es mi memoria de los setenta.  Sobre cielo tibio de azul verano un hombre que no es de cobre y tiene una linda mancha marrón por el brazo, canta;  sin límites formales, no acepta, en Rivera, fronteras. Como tú, ahora, hoy desea una inmensa patria grande.

Yo puedo recordarlo. Oigo la voz suave y armónica de mi padre; el niño que yo era sentado en su falda, escuchando versos que me quedarían grabados por toda la vida, después de oírlos solamente ese día. Vino el tiempo en que se quemaban discos, libros y muchos y muchos fueron asesinados. La hierba de los caminos la pisan los caminantes y a la mujer del obrero la pisan cuatro tunantes de esos que tienen dinero. Gracia Chile, gracias poetas chilenos por tener en mi alma este recuerdo. (GM)

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